jueves, 24 de mayo de 2012

Poesía para niños

SONATINA
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
(La princesa está pálida. La princesa está triste.)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

-«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».
           Rubén Darío


CARICIA
Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar...

Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar...

Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar...

El estanque copia todo
lo que tú mirando estás;
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.

Los ojitos que me diste
me los tengo que gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar...
    Carmen Conde



                                                           LA BODA DE LAS FLORES

AQUELLA ROSITA,
NACIDA EN ABRIL,
QUERÍA CASARSE
CON UN ALHELÍ.
IRÁ DE PADRINO
SU TÍO EL JAZMÍN,
E IRÁN A LA BODA
CLAVELES CIEN MIL.
VESTIDOS DE BLANCO,
VERDE Y CARMESÍ,
LA ROSA SE CASA CON EL ALHELÍ.
(JOSÉ A. DEL ROSAL)


EL DEPORTE AL REVÉS

 
Juego al fútbol sin balón
y al tenis sin mi raqueta,
al baloncesto en chaqueta,
con patines al ping-pong.

La piscina es el frontón
donde nado en camiseta,
en el ring toco trompeta
y en el estadio el trombón.

Practico salto de altura
por encima del larguero,
caigo encima del portero,
son seis puntos de sutura.

Meto en la canasta un remo
y un balón en la canoa,
palos de golf en la proa,
velas para el golf, ¡qué memo!

En el estadio, esquiando
en la nieve juego a hockey,
un caballo hace de yokey
y el jinete va trotando


EL CAMELLO COJITO
(AUTO DE LOS REYES MAGOS)


El camello se pinchó
Con un cardo en el camino
Y el mecánico Melchor
Le dio vino.

Baltasar fue a repostar
Más allá del quinto pino....
E intranquilo el gran Melchor
Consultaba su "Longinos".

-¡No llegamos,
no llegamos
y el Santo Parto ha venido!

-son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido-.

El camello cojeando
Más medio muerto que vivo
Va espeluchando su felpa
Entre los troncos de olivos.

Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
-Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.

A la entrada de Belén
Al camello le dio hipo.
¡Ay, qué tristeza tan grande
con su belfo y en su hipo!

Se iba cayendo la mirra
A lo largo del camino,
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.

Y a las tantas ya del alba
-ya cantaban pajarillos-
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.

-No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero, repitió el Niño.

A pie vuelven los tres reyes
Cabizbajos y afligidos.
Mientras el camello echado
Le hace cosquillas al Niño.
Gloria Fuertes

EL LAGARTO ESTA LLORANDO

El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.
Han perdido sin querer
su anillo de desposados.
¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!
Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.
El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.
¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay, cómo lloran y lloran,
¡ay! ¡ay! cómo están llorando!
        F. García LoRca



TÚ ME ENSEÑASTE A VOLAR

Tú me enseñaste a volar
Con alas de pajarillo,
Cuando no era más que un niño
Sin miedo a la libertad.

No envejecerá jamás,
Amigo, hermano, maestro,
Siempre como un padre nuestro
En boca de algún chaval

Te han robado el corazón
Los muchachos de la escuela;
Ellos pasan, tú te quedas.
Algo de ti llevarán.

Nunca he podido olvidar
Aquella lección pequeña:
Cada cual es lo que sueña,
Sueña un poco cada cual.

Siempre tendrás un lugar
En mi corazón de niño,
Compañero de camino,
Tú me enseñaste a volar.

Te han robado el corazón
Los muchachos de la escuela;
Ellos pasan tú te quedas.
Tú me enseñaste a volar.



érase una vez
un lobito bueno,
al que maltrataban
todos los corderos.

Érase también
un príncipe malo,
una bruja bella
y un pirata honrado.

Todas estas cosas
 habia una vez
cuando yo soñaba
un mundo al revés.

José Agustín Goytisolo

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